Un titipuchal de gente aún le dice coralillo, “el
mal”, lo muestran como el patatús, que nos vino a joder a todos los chapines. Y
en realidad no sólo a los chapines sino a todos los que vivimos en esta tercera
roca del sistema solar. Lo cierto es que, con COVID, con esta ingrata pandemia
que nos vino a dejar bien pisados, le estamos echando ganas, al trabajo, y es
porque somos “dial pelo”. los patojos
hacen mucha falta, muchas veces me pongo a pensar, que es porque los tatas ya
no aguantan a los chirises, ¡tanto que chingan en la casa!, -maestros huevones,
dicen muchos, ahora nosotros los papás hacemos el trabajo de ellos- Lo cierto
es que en la medida de lo posible eso fue de a huevo, porque ahora se pueden
dar cuenta lo importante que somos los profes para los patojos, ahhhh, los
patojos, si a ellos debemos nuestro chance.
A esto súmele que el ministerio de Educación nos agarró como el chompipe
de la fiesta, que si los patojos salen mal, los maestros, tienen la culpa, que
tenemos que ir a buscar a los patojos, a cada casa, que si los patojos, están
malcriados, los maestros tienen la culpa, por todo nos echan la culpa a
nosotros. Ya solo falta que digan que el meteorito que mató a los dinosaurios,
el mentado maestro tiene la culpa de lo pura lata que esta la educación en
Guatemala. Si no, nos mandan ni mierda, para que los patojos puedan regresar a
las aulas, apenas si nos mandan a nosotros como maestros, que somo menos,
imagínese que pueden enviar a los pobres patojos.
Pero
lo bueno, lo más “dial pelo”, es que los maestros somos arrechos, chambeadores,
y con coralillo, o sin coralillo, seguimos trabajando con los pantalones, bien
puestos, y la razón es muy simple, tan chulos los patojos, por esos patojos que
queremos mucho, es que estamos allí echando punta, al pie del cañón, ja, para
atrás, pero ni para agarrar aviada.
Hay
que ver otra cosa, el cáncer de Guatemala, es la corrupción mierda que vivimos
día a día, que un político robó, que otro hizo esto, que… por la gran diabla,
desde El colocho de ojos verdes de Vinicio Cerezo se ha estado hueviando, a
diestra y siniestra hasta ultimo chatío que tenemos como presidente, ya nos
conformamos, con decir: Si todos roban, pero ojalá este robe poquito. Pero
igual, siguen hueviando.
Por
eso les comparto, porque, al fin de cuentas, esto no es para quejarme, sino
para abrir los ojos a lo que los maestros vivimos día a día. Quiero compartir
esto que escribió Gabriel García Márquez sobre los chapines, no comparto todo,
porque igual no lo van a leer, si son bien desesperados, pero igual aquí, les
va:
"No hay nadie que no conozca a un guatemalteco
o, por lo menos, conoce a alguien que conoce a un guatemalteco. De todas
maneras, le preguntaron en una ocasión a un reconocido sabio maestro: ¿Qué es
un guatemalteco? Su respuesta fue la siguiente: ¡Ah, los guatemaltecos… que
difícil pregunta! Los guatemaltecos están entre ustedes, pero no son de
ustedes.
Los guatemaltecos beben en la misma copa la alegría
y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen de la música. Los
guatemaltecos toman en serio los chistes y hacen chistes de lo serio. No creen
en nadie y creen en todo.
Verdad que sí, así somos. Igual este ejercicio estaba chilero, puro bueno,
y ¡ah!, como recuerdo al Señorón: Lencho Patas Planas, alias David Pinto,
cuando decía: “mal hablado fuera yo, si en vez decir estrella, hubiera dicho
“estrea”, pero “hijuetantas, ¡está bien dicho!
Guatemala de las penas y de las pandemias, mayo de 2,021.
Cesar Augusto Vasquez Quevedo.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo Profe, la pandemia que estamos viviendo sin duda alguna nos cambio la vida, pero cómo dice usted los maestros somos chispudos y vemos de que manera apoyamos a los chicos aunque nos tachen de huevones, pero trabajamos el doble y sin embargo, no nos quejamos de eso, porque lo hacemos por amor a nuestros niños.
Nadie sabe lo que tiene, hasta que le toca dar clases 😁
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